Todos los años al llegar la primavera, se producen paulatinamente varias campañas. Además de la famosa operación salida de semana santa, hay otras que quizás no siendo tan famosas ó socorridas, son por ello menos populares; me estoy refiriendo a la “Operación Bikini”.
Esta consiste principalmente, en echarse a la calle miles de personas de toda edad y condición, en busca de una dieta milagrosa ó gimnasio reputado, donde en el plazo máximo de dos meses poner el cuerpo en unos estándares mínimos para poder lucir palmito en las playas y piscinas de la geografía nacional e incluso internacional.
Donde antes era cerveza, carajillo, bebidas edulcoradas, bocatas de tres pisos, fritos y todo tipo de excesos a gogó, en estos dos meses se machacan a golpe de dieta de alcachofa, piña y demás viandas poco sospechosas de engordar.
Los hay que sabiendo de antemano que no poseen espíritu de sacrificio, pero sí una cartera abultada, intentan llegar por el camino más corto, es decir, el del desengorde forzado mediante el bisturí (Liposucciones, etc.).
Muchas empresas, la mayoría en crisis durante el invierno, cuando se pone en marcha el pistoletazo de la operación bikini, se frotan las manos, pues son conocedoras de que para ellas empieza el agosto: Gimnasios, médicos naturistas, dietistas, embotelladoras de agua mineral, fruterías, herbolarios, boutiques (Necesitamos menos talla), cremas reductoras, etc. etc.
Los gimnasios, siendo conocedores de la alta demanda que se avecina, no reparan en reforzar sus líneas de bicicletas estáticas y cintas corredoras. Contratan a su vez, a más profesores de pilates, fitness y gimnasia de mantenimiento, perdón, intensiva quería decir; algunos, los más osados, ofrecen nuevas especialidades en artes marciales; aquí todo vale para perder peso, bien sea sudando la camiseta ó a hostias.
Al cabo de los años, los aficionados al arte de la operación bikini, vemos que nuestra piel se queda más arrugada que un acordeón; machacada año tras año por un engorde pausado y continuo y un desengorde riguroso, rápido e inmesirecorde.
La piel además se llena de estrías, pero da igual, aquí todo vale; todo es lícito con tal de poder emular a Pepito piscinas y poder pasear sin complejos por playas y chiringuitos. Que queremos además marcar paquete, ya hay bañadores que lo llevan incorporado, menos mal, porque para eso no hay remedio.
Dejando de lado ahora la chanza y el sarcasmo, considero mucho más efectivo de cara a la salud personal, llevar una metodología de ejercicio y alimentación mucho más regular y eficiente, la cual evitará en lo posible el tener que tomar medidas drásticas de cara al verano.
No hace falta dejar de comer ni tan siquiera machacarse como descosidos en un gimnasio durante dos o tres meses, es mucho más saludable controlar durante todo el año nuestra alimentación y hacer ejercicio físico de forma moderada pero continua, bien sea en un centro deportivo ó por nuestra cuenta; aunque la experiencia nos dice que cuando pagamos por un servicio, en este caso un gimnasio, nos lo tomamos mucho más en serio.
Abelardo Martínez
Escritor Autor de varios libros, él último “En los aledaños del infierno” Finalista del XX Premio Internacional de Novela Luis Berenguer 2010 Miembro de la Asociación Colegial de Escritores de España