Longevidad, actividad física, alimentación y vida sana

La búsqueda de la longevidad y la mejora de la calidad de vida, se han convertido en un tema importante actualmente para muchas personas.

Esta preocupación aparece en un punto donde la esperanza de vida ha aumentado mucho gracias a los avances médicos.

Por otra parte, en la sociedad actual observamos un aumento de enfermedades crónicas relacionadas con el estilo de vida y la alimentación, como la obesidad, la diabetes tipo 2 y ciertas enfermedades cardiovasculares, las cuales afectan tanto a la longevidad como a la calidad de vida.

Cuando hablamos de longevidad, no lo hacemos solo con la idea de vivir más años, sino de vivir esos años con calidad.

Es aquí donde entra en juego el papel de los entrenadores personales.

Estos profesionales no solo pueden indicar programas de ejercicio y actividad física personalizados, sino que también van a ser guías llevando a sus clientes hacia un estilo de vida más saludable.

Los entrenadores personales tienen un papel importante al dar orientación sobre nutrición, ejercicio, sueño y gestión del estrés.

Por ello, es importante que estos profesionales tengan conocimientos profundos acerca de longevidad y vida sana, de forma que puedan maximizar los efectos de su trabajo en sus clientes.

En este artículo vamos a ver qué es la longevidad, qué factores afectan a la misma, y cómo mejorar en los diferentes factores que intervienen en ella.

Ejercicio, actividad física y longevidad

Existe relación entre ejercicio y longevidad, como bien indican multitud de estudios y revisiones.

Esta relación entre deporte y longevidad tiene que ver con una variedad de mecanismos fisiológicos y beneficios para la salud que el ejercicio genera en el organismo.

En primer lugar, el ejercicio regular ayuda a mantener un peso adecuado y a prevenir la obesidad, lo cual es importante, ya que el exceso de peso está asociado con un mayor riesgo de enfermedades crónicas como la diabetes tipo 2.

También mejora la sensibilidad a la insulina y ayuda a regular los niveles de azúcar en sangre, lo que reduce aún más el riesgo de desarrollar diabetes.

A nivel cardiovascular, el ejercicio también va a tener efectos muy positivos e interesantes.

El ejercicio aeróbico fortalece el corazón y los vasos sanguíneos, mejorando la circulación de la sangre y reduciendo la presión arterial.

Esto disminuye el riesgo de padecer enfermedades cardíacas y otros problemas cardiovasculares, ayudando así a disfrutar de una vida más larga y saludable.

El ejercicio realizado de forma regular tiene efectos positivos sobre el sistema inmunológico, algo que ayuda a prevenir enfermedades de tipo infeccioso.

Otro efecto muy bien documentado es el hecho de que el ejercicio disminuye la inflamación en el cuerpo, siendo esta un factor importante en el desarrollo de muchas enfermedades relacionadas con la edad.

Un estudio basado en la longitud de los telómeros reveló que los atletas tenían una edad celular 9 años menor que los sedentarios.

El ejercicio aeróbico, como andar, correr, nadar o ir en bicicleta, mejora la salud cardiovascular y quema calorías.

El entrenamiento de fuerza ayuda a construir y mantener masa muscular, lo que es importante para la salud ósea y metabólica.

En cuanto a la cantidad de ejercicio, las pautas actuales recomiendan al menos 150 minutos de actividad aeróbica moderada a la semana, o 75 minutos de actividad aeróbica intensa.

Ante esto, debemos tener presente que cualquier cantidad de ejercicio es mejor que nada, y que el hecho de hacer más tiempo de actividad que el citado, siempre que esté bien planificado, va a tener beneficios asociados.

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Alimentación, dieta y longevidad

Seguir una alimentación saludable es fundamental para favorecer una mayor esperanza de vida y una mejor calidad de vida en general.

Una dieta equilibrada va a aportar al organismo los nutrientes esenciales que necesita para funcionar de manera adecuada, fortalecer el sistema inmunológico y prevenir enfermedades crónicas.

Una dieta equilibrada debe incluir una variedad de alimentos de todos los grupos, como frutas, verduras, cereales enteros, proteínas magras y grasas saludables.

Estos alimentos nos van a dar todas las vitaminas, minerales, antioxidantes y fibra, que son necesarias para una buena salud y prevenir enfermedades.

Entre los alimentos y nutrientes clave para favorecer la longevidad encontramos aquellos que tienen propiedades antioxidantes y antiinflamatorias.

Las frutas y verduras como las bayas, espinacas y brócoli, son ricas en antioxidantes que ayudan a combatir el daño celular y reducen el riesgo de enfermedades crónicas como el cáncer y enfermedades cardiovasculares.

Un metaanálisis respaldado por la Asociación Americana del Corazón sugiere que alrededor de 5 porciones diarias de verduras y frutas proporcionan el menor riesgo de mortalidad.

Sin embargo, para las frutas, 2 o 3 porciones diarias alcanzan el punto más bajo de mortalidad, sin beneficios adicionales con mayores cantidades.

En cuanto a las verduras, no hay un límite superior claro, y la curva nunca se revierte, aunque 4 porciones diarias no muestran una menor mortalidad.

Los ácidos grasos omega-3, que encontramos en pescados grasos como el salmón, las nueces y las semillas de chía, tienen efectos antiinflamatorios y ayudan a reducir el riesgo de enfermedades del corazón y del sistema circulatorio.

Por otro lado, es importante limitar el consumo de alimentos procesados, con azúcares añadidos, grasas trans y exceso de sodio en la dieta diaria.

Estos alimentos se asocian con un mayor riesgo de obesidad, diabetes tipo 2, enfermedades del corazón y otras enfermedades crónicas.

Consejos para una alimentación que favorece la longevidad

La base para seguir una alimentación que favorece la longevidad va a ser optar por alimentos variados y lo más naturales posible, y crear un balance calórico acorde a nuestros objetivos.

Si buscamos algo más de detalle, estos son algunos consejos para seguir una alimentación sana que ayude a la longevidad:

  • Tener planificadas las comidas de antemano, y preparar la comida en casa siempre que nos sea posible, ya que así podremos controlar los ingredientes y las cantidades.
  • Priorizar alimentos frescos y enteros sobre alimentos procesados y envasados.
  • Leer las etiquetas nutricionales de los alimentos, y elegir productos bajos en grasas saturadas, azúcares añadidos y sal.
  • Evitar comer en exceso.
  • Beber suficiente agua a lo largo del día.
  • Aportar frutas y verduras cada día.
  • Moderar el consumo de alcohol y limitar las bebidas azucaradas.

Sueño y longevidad

El sueño es otro factor con un papel importante en la longevidad y la salud en general.

La calidad y la duración del sueño están relacionadas con la esperanza de vida, y numerosos estudios han demostrado la importancia de un sueño adecuado para mantener la salud y promover una vida más larga.

Un estudio que evaluó varios criterios de calidad del sueño indicó que aquellos que cumplían con requisitos como dormir entre 7 y 8 horas, conciliar el sueño con facilidad y no usar medicamentos para dormir vivieron varios más años a lo largo de dos décadas.

Sin embargo, se observa una relación en forma de U entre las horas de sueño y la mortalidad, lo que nos hace ver que tanto la falta como el exceso de sueño se asocian con mayor mortalidad.

En este gráfico vemos que entre las 6 y las 8 horas de sueño se encuentran los menores riesgos de mortalidad por cualquier causa, estando el menor riesgo en 7 horas.

La mayoría de los expertos sugiere que la causa de la mayor mortalidad no es el exceso de sueño en sí, sino las enfermedades subyacentes que provocan la necesidad de más descanso.

La relación entre la calidad del sueño y la longevidad se basa en una serie de mecanismos fisiológicos y procesos biológicos que tienen lugar cuando dormimos.

Durante el sueño, el cuerpo lleva a cabo funciones de reparación y mantenimiento, incluida la consolidación de la memoria (de ahí que se diga que estudiar antes de dormir ayuda a retener conceptos), la regulación del metabolismo y la reparación de tejidos y células dañadas.

La falta de sueño adecuado puede interferir con estos procesos y aumentar el riesgo de desarrollar problemas de salud.

Consejos para un sueño que favorezca la longevidad

Para mejorar la calidad del sueño y favorecer el tener una vida más larga, es importante seguir una serie de consejos que ayuden a tener un sueño reparador.

  • Mantener un horario regular de sueño: Irse a la cama y despertarse a la misma hora todos los días, incluso los fines de semana, ayuda a regular el reloj interno del cuerpo y a mejorar la calidad del sueño.
  • Dormir en un ambiente adecuado: Mantener la habitación frasca, oscura y tranquila puede ayudar a tener un sueño profundo y reparador. También es importante que el colchón y la almohada sean cómodos y adecuados.
  • Limitar la exposición a la luz azul antes de acostarse: La luz azul de los teléfonos, tablets y ordenadores puede interferir con la producción de melatonina, la hormona del sueño. Limitar el uso de estos dispositivos antes de acostarse puede ayudar a mejorar la calidad del sueño.
  • Practicar técnicas de relajación: La meditación, el yoga y otros ejercicios de relajación pueden ayudar a reducir el estrés y la ansiedad, lo que facilita conciliar el sueño y mantenerlo durante la noche.
  • Evitar el consumo de cafeína y alcohol antes de acostarse: La cafeína y el alcohol pueden interferir con el sueño y reducir su calidad. Es mejor evitar su consumo varias horas antes de acostarse.

Estrés y longevidad

Manejar el estrés es un aspecto fundamental para favorecer una vida más larga y saludable.

El estrés crónico puede tener efectos negativos en el cuerpo y la mente, y está vinculado a una serie de problemas de salud que pueden acortar la vida si no se tratan adecuadamente.

El estrés crónico desencadena una respuesta de «lucha o huida» en el cuerpo, que está diseñada para ayudarnos a hacer frente a situaciones de peligro inmediato.

Sin embargo, cuando el estrés se prolonga durante períodos más allá de los necesarios, puede tener efectos negativos en el sistema nervioso, endocrino e inmunológico.

Esto puede aumentar el riesgo de desarrollar diferentes enfermedades crónicas, e incluso cáncer.

Además, el estrés crónico también puede afectar la salud de nuestra mente, aumentando el riesgo de depresión, ansiedad y trastornos relacionados.

Malos hábitos que afectan a la longevidad

Conocer los hábitos perjudiciales para la longevidad y la vida sana es algo necesario para todas aquellas personas interesadas en este tema.

Existen varios comportamientos y prácticas que pueden acortar la esperanza de vida y aumentar el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas.

Vamos a ver algunos de ellos:

Fumar

Fumar es uno de los hábitos más perjudiciales para la salud y la longevidad.

Fumar aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares, cáncer de pulmón, enfermedades respiratorias crónicas y otros problemas de salud.

Los químicos presentes en el humo del tabaco dañan los pulmones y otros órganos, acelerando el proceso de envejecimiento y reduciendo la esperanza de vida.

Consumo excesivo de alcohol

El consumo moderado de alcohol puede tener algunos beneficios para la salud, pero consumo excesivo y frecuente puede tener efectos negativos.

El abuso de alcohol está asociado con mayor riesgo de enfermedades del hígado, problemas del corazón, cáncer, daño cerebral y problemas mentales.

Además, la adicción al alcohol puede afectar a las relaciones personales, trabajo y a la calidad de vida en general.

Dieta poco adecuada

Una dieta que abuse de alimentos procesados, grasas saturadas, azúcares añadidos y sal puede aumentar el riesgo de obesidad, diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y otros problemas de salud, como hemos visto.

Sedentarismo

La falta de actividad física regular es un factor de riesgo importante para muchas enfermedades crónicas y puede acortar la esperanza de vida y la longevidad.

El sedentarismo está asociado con un mayor riesgo de obesidad, enfermedades cardiovasculares, osteoporosis, diabetes tipo 2, cáncer y otros problemas de salud.

La falta de ejercicio también va a favorecer la pérdida de masa muscular y fuerza, lo que afecta la movilidad y la independencia a medida que envejecemos.

Estrés crónico

Como hemos visto también,el estrés crónico puede tener efectos negativos en la salud física y mental, y está asociado con un mayor riesgo de enfermedades cardíacas, hipertensión, trastornos gastrointestinales, depresión y ansiedad.

El estrés prolongado aumenta los niveles de cortisol (hormona del estrés) en el cuerpo, lo que puede provocar inflamación crónica y afectar al sistema inmunológico.

Metformina y longevidad

La metformina es un medicamento utilizado para tratar la diabetes tipo 2, y que tiene interés creciente en relación con la longevidad.

Investigaciones han sugerido que la metformina podría tener efectos beneficiosos más allá del control del azúcar en la sangre, incluida la posibilidad de extender la vida y mejorar la salud en general.

El principal efecto de la metformina es reducir la gluconeogénesis y mejorar la sensibilidad a la insulina.

Se cree que consigue esto al inhibir el complejo I y IV de la cadena respiratoria mitocondrial, reduciendo la producción de ATP y activando la vía AMPK, actuando como un estresor hormético a nivel mitocondrial.

Sin embargo, en biología, casi todo tiene un costo.

Algunos estudios indican que la metformina podría inhibir adaptaciones al entrenamiento, reduciendo mejoras en el VO2 máximo y la masa muscular, ambos asociados con la longevidad, como podemos ver en estos gráficos.

En personas con diabetes, los beneficios de la metformina superan los inconvenientes, pero en personas sanas la decisión no está tan clara.

¿Qué son las zonas azules de la longevidad?

Las zonas azules son regiones del mundo donde se ha observado una alta concentración de personas que viven muchos años, y además de forma saludable.

Entre estas áreas destacan Okinawa en Japón, la isla de Ikaria en Grecia, Loma Linda en California, y otras regiones en Italia (Cerdeña) y Costa Rica.

El estudio de las zonas azules ha dejado ver varios factores comunes que ayudan a la longevidad de sus habitantes.

Estos incluyen una dieta principalmente basada en plantas, actividad física regular, conexiones sociales fuertes, manejo efectivo del estrés y un sentido de propósito en la vida.

La dieta en estas regiones se caracteriza por ser rica en alimentos vegetales, como frutas, verduras, cereales enteros y legumbres, con un consumo limitado de carne y productos procesados.

La actividad física regular suele ser parte de la vida diaria, con actividades cotidianas caminar y trabajar al aire libre.

¿La longevidad se hereda?

La cuestión de si la longevidad se hereda ha sido un tema de debate científico durante mucho tiempo.

Si bien la genética tiene un papel importante en la esperanza de vida de una persona, no es el único factor que influye en la longevidad.

Estudios han demostrado que la longevidad tiende a ser hereditaria hasta cierto punto.

Se ha observado que las personas cuyos padres o parientes cercanos han vivido vidas largas, tienen más probabilidades de tener una longevidad similar.

Sin embargo, también es importante tener en cuenta que los hábitos de vida, el entorno, la dieta y otros factores externos tienen un papel significativo en a la hora de marcar la esperanza de vida.


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